“…vivan todos ustedes en armonía, unidos en un mismo sentir y amándose como hermanos. Sean bondadosos y humildes. No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto. Al contrario, devuelvan bendición, pues Dios los ha llamado a recibir bendición” (1Pedro 3, 8-9)
Esta fiesta nos interpela a fortalecer la unidad entre nosotros y nosotras, pero sobre todo para recordarnos mutuamente que esa unidad tiene sentido en tanto sea fundada y sostenida sobre la fe en nuestro Dios y su gracia, no sobre nuestras simples fuerzas.
Cada vez que tenemos la oportunidad de compartir la Cena del Señor, fiesta de la unidad, milagrosa, unidad que nos viene del horizonte, anticipatoria del Reino, se convierte en un gesto que es un adelanto, un desafío y un anuncio de que otra realidad es posible.
Esta vida fraterna, testimonio colectivo, es posible cuando se sostiene en el encuentro y la oración comunitaria. Un profundo desafío para seguir en la construcción de un Reino mas justo para todos y todas.
EDGARDO MALAN
Mesa Valdense