Leemos en nuestra Biblia: Mateo 22: 34-46
¿Cuántos mensajes recibimos a diario de sesgo religioso? Por radio, por televisión, por WhatsApp, por correo electrónico, por folletos en la puerta o en la calle…
Amigos, amigas, el evangelio nos comunica la buena nueva de Dios. Jesús camina entre nos, y nos ayuda a ubicarnos, en medio de este mundo complejo y saturado de mensajes. Porque realmente, nos atraviesan mensajes de todo tipo y especie, demasiada gente hablando demasiado, atribuyéndose poderes y revelaciones que confunden y desorientan a cualquiera. Como dice Eclesiastes 5.3, “por mucho pensar se tienen pesadillas, por mucho hablar se dicen tonterías”. Es lo que ocurre en el mundo en que vivimos. Demasiada reflexión llena de nada, demasiado mensaje cargado de intereses humanos, demasiada propaganda acerca de un dios hecho a imagen y semejanza del hombre, llena de prejuicios, de recetas y de afirmaciones lapidarias, de juicios indiscutibles, de verdades irrefutables. Como las ideas de fariseos, saduceos y maestros de la ley, que Jesús se encargó de desbaratar.
Jesús es diferente a este mundo, de antes y de ahora. Jesús nos enseña con palabras y con obras. Jesús es nuestro ejemplo a seguir. Jesús es el “camino, la verdad y la vida”. (Jn.14.6) El espejo donde observarnos. La ventana que se abre a un horizonte que nos mira. Los anteojos que aumentan con los colores del Reino el viento gris de nuestros días. Aquel milagro que permite la mirada viajera, que saltea las miserias y cortedades tan nuestras, y trabaja con alegría con la esperanza puesta en el futuro. Porque Jesús resume en apenas cuatro letras, no sólo los mandamientos y las leyes, sino todo su proyecto y propuesta de vida, su acción, su sentir, su obrar, su ejemplo. Y su invitación a seguirlo. El resumen es AMOR. A Dios y al prójimo. Como dos caras de la misma moneda, que no pueden separarse ni contradecirse, porque si lo hacen se destruyen. Es la prédica y la práctica del AMOR la clave de todo el proyecto de Dios, y por lo tanto, el desafío para nos. Ese es el camino. Ese es Dios actuando, viviendo, latiendo, vibrando en cada compromiso, acción y palabra de amor que podamos realizar.
¡Que se multiplique! ¡Que se aumente! ¡Que se encienda el fogón del amor en nuestras vidas, comunidades y sociedades!
Pastor Marcelo Nicolau
Paysandú, Uruguay