¿POR QUÉ DIOS NO ME LLAMA POR TELÉFONO?

Lee en tu Biblia: Juan 14.8-17

Leer la Biblia es siempre un hecho que te confronta con tu propia vida y tus propias experiencias, si no fuese así, sería como leer un libro más de los que tenemos en la biblioteca de nuestra casa. Una vida confrontada a veces desde experiencias muy dolorosas donde todo se hace trizas y se rompe desordenadamente.

Y quizás no haya cosa más difícil de aceptar en la vida que todo es frágil y muta en forma constante, nada es tan inmutable como aparenta. Y Los seres humanos generamos confianza, valor y seguridad justamente a partir de este dato que acabamos de decir: lo inmutable, lo que nunca cambia, aquello que será lo mismo ayer hoy y mañana.

La experiencia de Dios con nosotros en cambio, nos devuelve otra imagen de espejo. Una imagen donde todo es transitorio, todo es frágil y susceptible de cambio a cada instante. ¿Difícil vivir con esto verdad? En el texto previo de Juan está el Jesús que se presenta como camino; nada más cambiante que esta imagen, sobre todo cuando el camino no lo conoce nadie y por lo visto, según sus discípulos nunca fue transitado.

Por esto mismo, por nuestra propia fragilidad es que muchas veces no estamos dispuesto a reconocer que, comentarios como los de Felipe no nos suenan extraños al oído: “muéstranos al Padre y con eso nos basta…” Danos alguna señal, diríamos ahora. Háblame y con eso me quedo conforme…

Pero suponer que porque Dios no nos “llama por teléfono” frente a cada petición o duda, o porque sus respuestas no son las esperadas, es creer que Dios no habla, es un dato que contradice nuestra misma experiencia de vida. ¿O acaso no conocemos personas que sin decir nada, ya han dicho todo con una sola mirada?

La fe exige comunicarse desde otro lugar, desde otro entendimiento. Por esto justamente, no nos podemos quedar parados desde el lugar de aquella persona que se le rompió su realidad y no sabe qué hacer, o no quiere o puede hacerlo o simplemente dice: “yo no estaba preparado para esto…”

La fe arremete con valor, confianza y seguridad, no porque Jesús te prometa que todo quede igual a como hubiésemos querido sino porque, a pesar de cualquier cambio repentino, cualquier dato fuerte e inesperado, El estará allí a tu lado en forma inclaudicable y así, la promesa se vuelva certeza y reconocemos que podemos hacer cosas más grandes de las imaginadas (cf. versículo 12) porque Jesús mismo nos sustenta.

Pastor Leonardo Félix

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.