Leemos en nuestra Biblia Mateo 10:24-39
Hay una idea que se repite en cuatro ocasiones. Se trata de la frase “no teman” y se vuelve una invitación de Jesús para cada una de nosotras y nosotros hoy.
¿Quién no ha experimentado el miedo alguna vez? ¿Podrá llegar a ser el peor enemigo en algunas ocasiones? Cuando el miedo nos paraliza, nos enferma, nos hace traicionar y nos traiciona también. Es tan poderoso que quienes han sufrido episodios de mucho miedo tienen miedo al regreso del miedo.
En el Libro de los Abrazos, Eduardo Galeano escribió hace un tiempo sobre el miedo y contó:
Una mañana, nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando por susto de la libertad.
Galeano, E. (1989). El libro de los abrazos. Siglo XXI.
La instalación intencional del miedo en las sociedades ha sido una herramienta de dominio que tristemente ha funcionado y funciona muy bien.
En el terrorismo de estado se opera a través del miedo. Por eso desde la época bíblica hasta la actualidad tenemos sobrados ejemplos de la historia. Porque la receta funciona: se puede abrir la jaula del pajarito, pero el pájaro no saldrá. O será presa del primer gato que pase cerca porque no tuvo la oportunidad de ejercer el uso de la libertad.
El miedo invade, paraliza. Por eso Jesús habla del miedo en estos versículos. Porque hoy el seguimiento de Jesús también trae compromisos y a veces temores. Nos enfrenta con nuestros propios valores, nos confronta. No tengan miedo de la gente, no hay nada encubierto que no sea descubierto. Jesús nos empodera, nos saca los miedos, nos devuelve la dignidad. Nos traza un camino, un proyecto, una promesa. Más allá de nuestras comodidades y seguridades, de nuestras rejas invisibles.
Jesús afirma: “Porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.”
El evangelio nos anima a abrir jaulas. Nos llama a defender la verdad del evangelio.
Nos compromete a desterrar odios y a sembrar justicia.
En mi alma yo sé
con honda fe
que pronto venceremos
Pronto venceremos,
pronto venceremos,
juntos lucharemos
hasta el final.
Quiero que mi país
sea feliz
con amor y libertad.
Sólo con justicia,
sólo con justicia,
nos haremos dueños
de la paz.
No tenemos miedo,
no tenemos miedo,
no tendremos miedo
nunca más.
Walsh, M. E. (n.d.). Venceremos (C. Tindley, Ed.)
Pastora Carola Tron