Lee en tu Biblia: Marcos 4: 35-41
Este, es mi Salvador, es la roca a la que me aferro en tiempos difíciles, es aquél que me sostiene en sus brazos cuando mis fuerzas ya no alcanzan, es a quien oro cuando mi fe flaquea o las penas me superan. El Evangelio no dice que “no tengamos miedo porque eso es indigno de quien cree en Jesús” ¡Claro que no! Porque el miedo es algo que todos, todas sentimos en alguna circunstancia, por más fuerte que sea nuestra fe. Lo que Jesús nos dice es que, cuando el miedo venga, le hagamos frente, lo superemos confiando en que no estamos solos, en que hay quien cuida de nosotras, quien se ocupa. Todo lo que sucede es parte de un plan. Un plan mucho más amplio que nuestras pequeñas vidas, nuestros pequeños lugares de residencia, nuestras pequeñas familias.
Y tal vez por eso es que no logramos entender a veces las cosas que nos pasan: porque miramos muy cerca, no más allá de nuestra nariz, y queremos comprender el porqué de las cosas tristes que nos suceden, a nosotros y a nuestro círculo cercano, pero queremos saber ahora, YA.
Pero lo que sucede ahora puede tener consecuencias en el futuro, consecuencias que no sean inmediatas, consecuencias de las que quizás ni nos enteraremos… Pensemos también que en ese gran plan de Dios, nosotras, nosotros también tenemos parte: podemos tomar decisiones, y cada pequeña buena decisión puede cambiar el rumbo del gran plan. Porque nada está escrito….. todo está para escribirse ¿O acaso Dios no nos concedió el libre albedrío? ¿Para qué serviría si todo ya está digitado, planeado, firmado y sellado? Indudablemente, tenemos un rol para cumplir. Y lo cumpliremos mejor si confiamos en un Ser Todopoderoso que nos ama, que quiere lo mejor para nosotros y nosotras, que no nos abandonará ni en la más fuerte tempestad, “porque hasta el viento y el mar le obedecen”.
Sosténme en mis horas de miedo, Jesús; recuérdame que estás, que nunca estoy sola. Así mi fe se fortalecerá.
Milka Charbonnier, Asesora de Diaconía para Uruguay
Hermosa reflexión ,es verdad para nosotros los creyentes y seguidores de Jesús sentimos un enorme alivio en momentos de angustia y temor sabiendo que el Señor nunca nos abandona que si bien sus tiempos no son los nuestros él siempre està