Leemos en nuestra Biblia: Juan 16: 4b-16.
Este texto me hizo pensar mucho en lo difícil que es procesar la pérdida de un ser querido.
Es duro imaginar el miedo y la tristeza de lxs discípulxs (y a la vez de lxs amigxs de Jesús) al escuchar sus palabras. Les cuenta que se va. Se va para estar con el que lo envió y que es mejor para ellxs que él se vaya. Y en el mismo diálogo les dice que es mejor porque él les enviará al Defensor para que esté con ellxs.
También les dice “tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes”, entendiendo y sintiendo como suyo el dolor que les generó a sus amigxs el hecho de que él se esté yendo, quizás hasta pensaron que los estaba abandonando.
Perder personas queridas, y más en este contexto de pandemia en el que estamos viviendo, en el que no nos podemos consolar en un abrazo con la otra persona, parece más doloroso todavía.
Al mismo tiempo, estoy segura de que nos podemos apoyar en Dios, y saber que la persona que se va, lo envía para estar con nosotrxs y acompañarnos en nuestro dolor, esperando que camine a nuestro lado y nos sostenga cuando ni nosotrxs mismxs nos podemos sostener, cuando nos sentimos abandonadxs.
El mensaje de esperanza está al final del texto, cuando Jesús afirma: “Dentro de poco, ustedes ya no me verán, pero un poco más tarde me volverán a ver”.
Y no puedo evitar pensar que a Jesús lo volvieron a ver y también nosotrxs lo vemos todos los días, en todos lados. En cada gesto amable de las personas, en la sonrisa de un niñx, en la llamada o mensaje de unx amigx o familiar para preguntarnos cómo estamos, en actos desinteresados.
Pensemos en volver a encontrarnos, en volver a abrazarnos, charlar con un mate de por medio, quizás no hoy, ni mañana, ni el día que le sigue a mañana, pero nos vamos a encontrar, y siempre en compañía de Dios.
Brisa Anahí Budareto
Iglesia Evangélica Valdense de Bahía Blanca, Buenos Aires, Argentina.