REFLEXIONES – Edición septiembre 2020
Y ustedes: ¿quién dicen que soy?
Si buscamos en la Biblia, en el capítulo 16 del Evangelio de Mateo podemos leer los versículos 13 al 28 y encontrarnos con el relato de «la confesión de Pedro» seguida del primer anuncio, que les hace Jesús a sus discípulxs, sobre su muerte y resurrección.
Es interesante leer este relato completo, ya que suelen tomarse por separado en las reflexiones o, mismo en las predicaciones según el Leccionario Ecuménico -del 13 al 20 y del 21 al 28-. Podemos notar que hay varias cosas que tienen continuidad en las dos escenas que se plantean, ya que en la redacción se busca hacer un corte entre un momento y otro. Pero sigue siendo un diálogo entre Jesús y sus discípulxs, destacándose las intervenciones de Pedro.
Otra cuestión no menor, por cierto, es que se han interpretado las palabras de Pedro y las de Jesús -vs. 16- 18- como fundamentación de la sucesión apostólica y la institución de la figura de Pedro como el Primer Papa para la tradición de la Iglesia Católica.
Habiendo hecho estas acotaciones, nos proponemos redescubrir el mensaje de este pasaje bíblico y para comenzar podemos observar que lo que está «en disputa» es lo mesiánico. Jesús les pregunta a sus discípulxs quién decía la gente que era el Hijo del Hombre -este título puede variar según la versión de la Biblia que se lea- y luego les pregunta a ellxs quién dicen ustedes que soy. La respuesta de Pedro a estos interrogantes, sus palabras reconociendo a Jesús como Mesías, hijo del Dios viviente; son sin dudas discordantes con lo que decía la gente -quienes lo asociaban a los profetas del Antiguo Testamento y a Juan el Bautista-.
Evidentemente, en el mundo bíblico, conviven muchas visiones diferentes sobre el Mesías. La creencia mayoritaria estaba vinculada a la figura de los reyes del pueblo de Israel con el suficiente poder para liberarlxs de la opresión del Imperio Romano. También, como vimos en la respuesta de lxs discípulxs, a Jesús se lo consideraba como a un profeta. Pero nadie decía que él era el Mesías, por esta razón las palabras de Pedro son tan radicales. De allí la respuesta de Jesús, que al llamarlo por su nombre y hacer un juego de sentidos con la palabra piedra, dice que sobre su confesión construirá su iglesia.
Más adelante, en el relato de Mateo, Jesús les anuncia a lxs discípulxs que iba a ir a Jerusalén, que iba a sufrir mucho a causa de los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, que lo iban a matar pero que al tercer día resucitaría. Ante esta tremenda noticia, va a ser Pedro otra vez quien intervenga, pero esta vez será para reprender a Jesús, negándose a que suceda tal cosa. A lo que Jesús reacciona, diciéndole «apártate de mí, Satanás». Y aquí amerita que nos detengamos un momento para notar que solamente se resaltó una parte de lo dicho por Pedro, siendo olvidada esta segunda «confesión» en la que vuelve a estar, entre líneas, lo mesiánico.
Jesús les anuncia lo que iba a suceder con los representantes del poder religioso -y político- de Jerusalén, quienes lo condenaron por proclamarse Mesías y persiguieron a quienes seguían sus enseñanzas. Y esto se confronta con las palabras de Pedro que pretenden tentar a Jesús para no continuar con la misión, con el anuncio del Reino de los cielos. Recordándonos el pasaje que relata la tentación de Jesús durante sus 40 días en el desierto -Mateo 4:1-11-, donde también rechaza las ofertas de utilizar el poder para «glorificarse».
La comunidad de Mateo nos da testimonio de la proclamación de Jesús como el Mesías, del hijo del Dios viviente que caminó junto a quienes sufrían por el hambre, la exclusión, por alguna enfermedad, por la desigualdad social y económica, por no tener esperanzas. Lo mesiánico se resignifica en la crucifixión y resurrección de Jesús, las cuales deben interpretarse en relación al ministerio y el anuncio de Jesús y sus discípulxs.
Hoy tenemos el compromiso de continuar anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios y las preguntas «¿quién dice la gente que soy? ¿y ustedes quién dicen que soy?» nos resuenan.
Yanina Vigna
Equipo Editor