Preparemos el camino

Leemos en nuestra Biblia: Marcos 1:1-8

Comienza el libro que Marcos escribió sobre Jesús, y lo primero que nos dice es que se trata de “la buena noticia” acerca de Jesús que es el Mesías (Cristo) e Hijo de Dios. Y supongo que todos y todas nos hacemos una idea de cuál es esa buena noticia, la de su llegada, y con ella la de un tiempo mejor, centrado en el amor y la justicia, algo que ansiamos y aguardamos con esperanza.


Y esta llegada como la de cualquier persona importante para la época, requiere de un mensajero, un vocero que lo preceda y lo anuncie. Pero este mensajero es extraño, grita en el desierto porque el Señor que llega no viene avasallando, más bien al contrario, es necesario salir de la ciudad, ir al desierto para escuchar este anuncio, es necesaria la actitud de la escucha, de la búsqueda, de no quedarse cómodamente instalado en la propia mediocridad.

Continuando con el relato se nos presenta a Juan el Bautista, personaje sorprendente, con la fuerza y la humildad de los antiguos grandes profetas. Y tengamos en cuenta que como en la actualidad, ¡llevaban siglos sin profetas! Muchos acuden a él porque no están contentos con su propia vida, porque saben que es necesario un cambio, pero no saben cómo darlo. Juan les anima, les da fuerza, les empuja a convertirse, a cambiar su mentalidad vieja por la nueva de quien espera al Señor que viene. Cambiar no es tan fácil, Juan no es ningún ingenuo, pero es consciente de que está anunciando algo grande; de que tras él llegará quien traiga el Espíritu Santo, la fuerza de Dios, ¡y él sí será capaz de transformarnos!

En resumen, me gustaría hacer hincapié en que tanto la recepción de la buena nueva, así como en la preparación del camino no somos actores secundarios, sino que como seres humanos somos interpelados a reconocer nuestras debilidades y errores y más que nada a modificarlos; y por lo tanto, a convertirnos en constructores y parte de ese camino que testifique con hechos la venida del Mesías. Y a hacerlo con la misma humildad que Juan, quien reconoce que no es digno ni siquiera de desatar las sandalias de quien ha de venir, pero no por eso se sienta a esperar, sino que aporta desde su lugar y más allá de sus capacidades, con la firme convicción resultante de su fe.

Jorge Marr
Comunidad Valdense de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, Argentina.

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.