REFLEXIONES – Edición Febrero-Marzo 2020

¿Qué está permitido hacer?

Leemos en el Evangelio de Lucas, capítulo 6

6Sucedió que otro sábado entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había en ella un hombre que tenía la mano derecha tullida; 7y los maestros de la ley y los fariseos espiaban a Jesús, por ver si lo sanaría en sábado y tener así algún pretexto para acusarle. 8Pero él, sabiendo lo que estaban pensando, dijo al hombre de la mano tullida:
–Levántate y ponte ahí en medio.
El hombre se levantó y se puso de pie, 9y Jesús dijo a los demás:
–Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
10Luego miró a todos los que le rodeaban y dijo a aquel hombre:
–Extiende la mano.
El hombre la extendió y su mano quedó sana. 11Pero los demás se llenaron de ira y comenzaron a discutir lo que podrían hacer contra Jesús.

 

El texto comienza diciendo que Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar, pero antes de eso pone en relación esta situación con el relato inmediato anterior con la frase «otro sábado». Si vamos a los versículos anteriores (1-6) encontramos la narración de Jesús y sus discípulos cortando espigas de trigo en un sábado, que era algo que estaba prohibido por la ley. Por esta razón son cuestionados por los fariseos y los maestros de la ley, a quienes Jesús les responde que el Hijo de Dios tiene autoridad sobre el sábado.

Volviendo al relato siguiente, en la redacción del Evangelio lucano, decíamos que llama la atención la normalidad con que se menciona que Jesús está en la sinagoga enseñando. ¿Qué es lo que comenzó a enseñar? Porque no sucede como en otros textos donde aparece la cita de algún profeta o texto de la Torá, sino que lo que se relata a continuación es la situación de un hombre que estaba allí también y tenía una de sus manos tullida. Y que son los fariseos los que estaban expectantes por las acciones de Jesús.

Es interesante la acción pedagógica de Jesús, primero llama a esta persona para que se levante y se ponga en medio de la reunión para luego preguntar a los demás qué se debía hacer. Presenta la situación ante la comunidad reunida, les pregunta de manera retórica si estaba permitido, un sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla, luego miró a todos los que le rodeaban y le pidió al hombre que extienda su mano, la cual quedó sana.

Jesús no solamente pregunta para hacer reflexionar sino que también lo acompaña con acciones, tanto en el relato sobre las espigas de trigo como en el de la sinagoga. Su actitud y su mensaje son los que molestan, los que incomodan, los que ponen en jaque esa Ley muerta, que solamente vela por las formas y se olvida del mensaje liberador de Dios.

Jesús no niega la Ley sino que la cuestiona, sobretodo el mecanismo en el que se había caído en aquel tiempo donde el purismo y la exclusión eran la norma. El mensaje sanador y liberador del Evangelio viene a proponer una relectura de esa religiosidad que se usaba para controlar y medir la fe, para recaudar y para dejar las cosas tal y como estaban.

El proceso de encuentro y enseñanza desde el amor de Jesús busca liberarnos de esas ataduras, pone la integridad humana por sobre la Ley, la coloca al centro de la comunidad y pregunta por lo que es lícito, si hacer el bien o hacer el mal, si salvar una vida o destruirla. Buscando así hacer ver lo irrisorio de una Ley sin amor.

Entonces, nos queda hacernos eco de la pregunta y revisar nuestras prácticas comunitarias a la luz, ya no de la ley sino del Evangelio, de la Buena Noticia que nos anuncia la vida buena y abundante para toda la creación. Poder releer los textos bíblicos, hacer preguntas, ensayar respuestas, concretar acciones, reunidxs en comunidad para transformar la realidad en la que vivimos y acercarnos un poquito más al mundo que soñamos.

 

Yanina Vigna. Equipo Editor

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