Allí donde nuestros ojos no ven


…danos la palabra, el gesto, el cariño, 
que te muestren simple, así como sos.”
Zamba para que te quedes, Juan Gattinoni.

Leemos en nuestras Biblias: Juan 20:19-31

Cuántas veces en nuestras vidas nos decimos “hasta que no lo vea, no lo creo”. Esperamos constatar con nuestros ojos que tal situación es “real”, que está sucediendo. Este pasaje bíblico seguro que ya lo han escuchado y leído varias veces, y en general solemos quedarnos con la expresión final de Jesús “¡Dichosos los que creen sin haber visto!”.

Quisiera que nos centremxs, tal vez, en la reacción más humana y de descreimiento que se plantea en este pasaje, representada en la figura de Tomás: ¿cómo es que él necesitó ver las heridas para constatar que ese que decía ser Jesús lo era realmente? ¿No alcanzó con ver lo que hizo, que fue a su encuentro y se presentó como el hijo del Señor? ¿No le creyó a los discípulos cuando le dijeron que él era el resucitado? ¿No fue suficiente que Jesús los bendijera? No. Tomás, incrédulo, necesitó ver para confirmar eso que sentía.

En este tiempo de aislamiento que por días y semanas nos impide vernos con nuestros seres queridos, que estamos obligados a guardarnos, es en este momento donde se ponen en juego los gestos, donde tenemos que creer en aquello que nos une, las experiencias vividas, y por eso buscamos el contacto, necesitamos hablar telefónicamente, mediante videollamada, con un mensajito. Jesús nos recuerda que nuestra fe es compartida y también sostenida en el apoyo del otrx, y nos muestra que tenemos que agradecer de poder estar resguardados y sentirnos contenidos en esta situación.

Cuando nos reencontremos todxs, nuevamente, será una especie de renacer, de volver a conocernos (de volver a re-conocernos) como cuerpos en comunión, a través de un abrazo, de una caricia, en un apretón de manos, en el abrazo contenido y la palmada sobre el hombro, del cariño expresado en un sentimiento, de las historias y la memoria en común. Los gestos que nos hacen humanos, que nos hacen hermanos, que nos transforman y se resignifican bajo la misericordia de Jesús.

Pero si aún así hoy debemos y necesitamos ver para creer, lxs invito a cada uno, a cada una, a tomarse un momento para mirar a nuestro alrededor, ver dónde nos encontramxs, con quién estamxs, qué hemxs hecho por un otrx en este tiempo de confinamiento: sentir su presencia.

Que el espíritu esté presente en nuestras vidas y nos permita ver allí donde nuestros ojos no ven.

Laura Michelin Salomon Geymonat

Comunicadora Social

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.