Una semilla de vida

Leemos en nuestra Biblia: Mateo 13: 1-9 y 18-23

El relato de referencia para nuestra meditación se encuentra inserto en un conjunto de Parábolas que, en la boca de Jesús, aparecen como una manera de comunicación que toma tradiciones de su pueblo. Se usaba mucho en su tiempo. Era un instrumento utilizado para transmitir mensajes aprovechando que mucha gente conocía el uso de las mismas. Seguramente, lo que aparece como novedoso es que Jesús, como Maestro reconocido en medio de sus seguidores e incluso de personas que no lo aceptaban en su rol de Hijo de Dios, le da un nuevo sentido.

Esta Parábola del Sembrador se leyó de muchas formas a lo largo de la historia de la Comunidad de Fe, de las Iglesias. También su interpretación ha caminado por diversos senderos según el momento histórico, la cultura o ambiente donde se la leía. No corresponde que uno diga que esta o aquella lectura es correcta o más o menos apropiada. Personalmente considero que es una oportunidad para acercarnos al Mensaje de la Buena Noticia del Reino de Dios.

Sembrar es algo conocido en nuestro medio, incluso en ciudades donde las casas tienen pequeños espacios de terreno o también en departamentos donde haya balcones y pueda haber pequeños lugares para tener plantas. Claro, lo que cambia es que el terreno o los lugares que menciona la Parábola corresponden a la realidad de la Palestina del tiempo de Jesús. La forma de sembrar (manual) y los lugares (espacios en los que incluso pudo haber transitado gente como si fuese un camino), ilustran justamente aquella situación.

Lo cierto es que el sembrador salió a sembrar. Creo que esta imagen es muy significativa para poder mirar o considerar nuestra propia vida. La Buena Noticia que Jesús ofrece tiene que ver con el Reino de Dios, con un estilo y forma de actuar cotidianamente que se convierte en invitación para la elección de nuestro vivir.

Cada uno de nosotros/as, recibe la Buena Noticia del Amor de Dios que en Jesús se hace carne, plena, perceptible. Y ahora tenemos la oportunidad de concretar nuestro caminar y nuestra comunicación en medio de hermanos y hermanas, ciudadanos y ciudadanas ofreciendo la Semilla del Amor que tiene en sí el poder de la transformación.

Es en ese marco que me parece podemos leer esta Parábola. Tenemos la posibilidad de ofrecer como semilla donada el fruto del Amor. Y cada uno/a somos invitados/as a colocar en la vida cotidiana una semilla de Vida que genere también Vida. En ese sentido nuestro sembrar debe ser abierto, generoso y esperanzado. La siembra en su momento oportuno dará sus frutos.

Pastor emérito Hugo Malán

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.

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