ACERCARNOS PARA CREAR Y RECREAR

Apuntes de la Directora

En las reuniones donde planificamos el tema, solemos comenzar con una charla, preguntarnos cómo estamos y más de una vez nos vamos por las ramas con novedades, inquietudes o reflexiones que nos despierta el tema que trabajamos. Esta no fue la excepción, pero lo curioso fue que en menos tiempo del esperado ya teníamos planificado todo el número –quizás también porque la temática surgió en la reunión de comisión y sugirieron varios artículos-. Cuando nos tomamos un tiempo para revisar cómo quedaron ordenados los textos, nos dimos cuenta que la gran mayoría de personas a quienes les íbamos a pedir colaboraciones eran mujeres. Una reunión que prometía terminar rápido se convirtió en una charla interesante –y búsqueda de nuevos nombres- que aumentó el promedio de duración de nuestras reuniones mensuales.

No es algo nuevo decir que las mujeres –en su gran mayoría- son las encargadas de realizar las tareas referidas, por ejemplo, a la educación y el cuidado. Justo anoche, en una cena con amigxs, pensábamos cuantos profesores varones tuvimos en la escuela y en la secundaria… y claro, coincidimos que fueron muy pocos –y también pensamos en porqué ese número aumenta cuando hablamos de educación universitaria-. Con las tareas de cuidado pasa exactamente lo mismo, basta pensar cuántos enfermeros conocemos. Así que a la hora de pensar autorxs para nuestros artículos, aunque no fue intencional, tampoco fue ilógico que surjan nombres de mujeres, sino más bien al contrario. Nos pasa algo similar cuando queremos algún testimonio o experiencia personal, por ejemplo cuando pensamos en quienes podrían ser parte de la columna «Relato de un Encuentro». Las mujeres tenemos ese ‘permiso’ implícito de compartir nuestras emociones y sensaciones con mayor libertad que los varones. Podríamos leer y reflexionar mucho al respecto, pero no alcanzaría el espacio disponible, ni tampoco es la idea.

Entonces, me gustaría detenerme a reflexionar con ustedes sobre los espacios que lxs adultxs mayores tienen en nuestra iglesia. Si tengo que decir lo primero que me viene a la cabeza en este sentido, pienso en las ligas femeninas. Y me traslado directamente a unos cuantos años atrás, en el norte entrerriano, cuando mis dos abuelas esperaban ansiosas para ir a su reunión, viendo qué llevar, qué ropa tejer o remendar. Me doy cuenta que nunca les pregunté nada, ni siquiera a quienes iban a donar esas ropas o cómo se sentían en ese espacio; pero estoy segura que a ambas les encantaba ir y disfrutaban el tiempo compartido. Sin dudas, las ligas femeninas son un espacio importante para las mujeres mayores de nuestras comunidades, imagino que es un espacio donde se sienten bien conversando sobre sus vidas, reflexionando y compartiendo un tiempo especial con otras hermanas. Celebro que hayan logrado sostener este espacio por tantos años y lo sigan haciendo, nos demuestra lo valioso del encuentro con el otro, la otra. Como dice Silvio: « sólo el amor alumbra lo que perdura».

Pasando ese primer momento, pienso en qué otros espacios comunitarios pueden sentirse bien y participar. Claro que hay realidades diferentes en cada comunidad, pero institucionalmente, ¿estamos completamente segurxs de brindarles la posibilidad de habitar otros espacios? ¿Cuántos grupos de varones adultxs mayores hay?

Quizás podamos acercarnos más y así encontrar las respuestas a estas preguntas. Quizás necesitamos dialogar más… y no es cualquier diálogo, sino como dice el texto sobre la tesis de Luis Garcia Marin: «un diálogo donde existe apertura de la mente y corazón para aprender, desaprender y reaprender nuevas maneras de ver y encarar la vida». Quizás podamos encontrar una manera de conversar sobre nuestras experiencias sabiendo que nadie nos juzga, ni espera nada de nosotrxs; sólo intentando un diálogo genuino y atento que nos acerque, nos acompañe, y así, nos tendamos la mano y nos encontremos con una palabra sencilla que acorte toda distancia.

Que Dios nos de sabiduría, paciencia y mucho amor para lograr más encuentros y espacios que disfrutemos.

Daiana Genre Bert

Publicado en Editoriales, Página Valdense.