EL VÍNCULO REAL NACE DEL PRESENTE

Lee en tu Biblia: Lucas: 14:25-33

Jesús pide a la multitud que lo sigue y que anda buscando un camino seguro, pero sin preguntarse mucho adonde ir, de volverse hacia sus adentros, pensar como individuos y tomar conciencia de lo que están haciendo.

Les pide renunciar a todo para seguirlo, y más, renunciar a su propia familia, a sus hermanas y hermanos, la sangre de su sangre. Algo similar habíamos escuchado cuando les habló a sus primeros discípulos, pero ahora las palabras usadas son más fuertes porque tienen que ser entendidas por individuos transformados por la masa. Individuos que siguieron a otros/as, sin pensar en lo que iban a encontrar.

Jesús nos llama hacia nosotros y nosotras mismas, para recordarnos que ante una elección que se cruce en nuestras vidas, nos tomemos el tiempo para pensar, a solas, totalmente libres. ¿Y cómo ser libres, si muchos vínculos nos atan de un lado y del otro? Renuncien a sus familias, nos dice Jesús, para recordarnos que cualquier vínculo real no nace del pasado, sino del presente, y que nada de lo que dejamos atrás nos debe atar en las muchas posibilidades que nos rodean.

No nos pide que renunciemos a nuestra familia para aislarnos y olvidar de todo lo que nos compartió, renunciamos a los vínculos que nos atan, para estar abiertos y abiertas al mundo todo, a cada persona que encontremos en nuestro camino. Cortar vínculos es estar libre de ayudar a cualquiera que se nos cruce por la calle, siendo responsables de cada acto que hacemos o no hacemos.

Nosotros y nosotras mismas debemos caminar por el sendero que sentimos ser el nuestro. Pensarlo, sentirlo sin tener miedo a dejar lo que dejamos o lo que sentimos como una carga en nuestros hombros, y elegir sin mirar atrás, para comprometernos totalmente en este nuevo andar. Es, en fin de cuentas, la única manera de ser y sentirnos totalmente libres, y no seres al servicio de los y las demás.

Somos libres porque nadie nos ata, pero sobre todo porque el compromiso que tomamos es totalmente nuestro, no hay justificaciones ni personas a quienes echarle la culpa, no hay miedos que puedan desviarnos, cuando nos sentamos y sentimos adentro nuestro una única luz que nos guía, llamémosla Espíritu Santo, amor o conciencia, para iluminar nuestros pasos.

Es tomar conciencia de la propia libertad, y reproducirla a cada pequeño paso.

Myriam Sappé

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.