ENDEREZAR LOS CAMINOS

Lee en tu Biblia: Lucas 3: 1-6

Rellenar los valles, rebajar las colinas, enderezar los caminos torcidos, allanar lo desparejo. Imágenes viales de un profeta que habla de un tiempo necesario, el de preparación para recibir al Enviado de Dios, al que cambiará el mundo y la vida para siempre. Imágenes que muestran cambios superficiales pero que apuntan a lo profundo. Son nuestras propias vidas, nuestros valles y cerros, nuestras asperezas, todo lo que debe ser cambiado, preparado, allanado, para que transite el Enviado y siembre su mensaje.

Vivimos tiempos de adviento, un espacio diferente, de preparación, de espera y actividad. El Señor viene, nacerá en medio nuestro, es oportunidad, es esperanza. ¿Habrá cabida en nuestra vida? ¿Habrá lugar en nuestro corazón? ¿Tendrá espacios en nuestros programas y planificaciones? ¡Queremos que así sea! ¡Queremos recibir bien al Salvador!

Pero para eso es necesario prepararnos, rellenar nuestros valles de sombras con los frutos dulces de la luz, pulir nuestras asperezas discordantes, controversiales, estridentes, con el agua cantarina y persistente de la Palabra, que refresca la vida, que alivia los dolores, que calma las angustias de los desiertos humanos.Y es necesario también, que esa voz que grita, se escuche en el mundo todo, rompa con la vana ilusión de la melosa mentira consumista, tan típica de los fines de año, y proclame la intención justiciera, de renovación profunda y auténtica, del que anhela la salvación y no la perdición del mundo entero.

La utopía se hace un lugar, a contramano de la historia, en el vientre fértil de la vida, la semilla de lo nuevo ha sido sembrada en luz, para que brille en medio de las tinieblas. Es el tiempo de esperanza, es el tiempo del trabajo, es el tiempo de sembrar, porque el Reino que viene no es el que perpetúa los caminos torcidos, los valles depresivos, los cerros de privilegio, los baches de miseria, los muros de división, los ojos ciegos de egoísmo, los corazones duros de piedra, los oídos cerrados al canto vivo de la esperanza.

El Reino que viene es luz, es transformación, es compromiso de cambio para bien, es música compartida, es mano tendida, es gesto de amor que se hace eficaz en muros derribados, en puentes construidos, en diferencias superadas por el cálido abrazo de la risa de un niño que nace entre las ruinas de un mundo perdido para brindarnos la paz que sólo se encuentra cuando andamos tras sus pasos.

Pastor Marcelo Nicolau

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.

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