Imaginar relaciones sanadoras

Leemos en nuestras Biblias: Juan 20:19-31

Vivimos en una cultura en la cual la vista es el principal de los sentidos. No porque naturalmente sea así, sino porque así lo hemos aprendido, transmitido y sobre todo, creído.

Desde nuestra infancia nos enseñan a mirar. “Eso es un árbol”, “esa es la calle”. Y también nos enseñan cómo mirar: “Quienes se visten así son buenas personas”, “quienes viven en este barrio son personas de las que hay que cuidarse”. Y bueno, claro, otras tantas enseñanzas de cómo mirar. Y en esas enseñanzas de qué y cómo mirar vamos aprendiendo las normas que la sociedad considera buenas, malas, educadas, etc.

Pareciera que Jesús quiso romper con esto. Pensemos. La propuesta de Tomás era: “quiero ver”; y lógicamente fue aceptada por los discípulos porque era la forma conocida y avalada socialmente. Después de todo, nunca aprendimos a ver a alguien que vuelve de los muertos. “Un muerto que vive no está dentro de lo que puedo mirar” – diría Tomás.

Sin embargo, es ahí cuando Jesús propone una nueva clave que tiene que ver con el creer sin ver.

Pensémoslo por este lado: en este creer sin ver comienzan a germinar los sueños, se abren posibilidades que antes no se podían ver y por lo tanto no se podían creer. “Nunca vi algo así, ¿Por qué tendría que pensar en hacerlo?”

Bienaventurados y bienaventuradas quienes tienen por delante los sueños, las utopías y los proyectos que aún no se ven. ¡Esos proyectos que animan a vivir!

Pero…digamos también que por otro lado hay quienes imaginan un mundo o una sociedad que no es precisamente más justa, más solidaria y amorosa. ¡Y también lo imaginan!

Acá es donde recordamos que nuestro imaginar y nuestro soñar nuevos mundos tiene que ver con la Resurrección, la posibilidad de ver esas relaciones sociales que hoy dañan transformadas en relaciones sanadoras. Soñar que una naturaleza, que hoy es imaginada como fuente de riqueza para algunos y fuente para acrecentar la codicia de unos pocos, pueda ser resucitada en un nuevo sueño, en una nueva visión utópica donde sea amada, disfrutada por todos y todas.

Bienaventurado eres Tomás porque viste. Bienaventurados y bienaventuradas quienes hoy imaginan cómo vivir en un mundo mejor, y lo creen aunque todavía no se pueda ver.

Profesor Pablo Manuel Ferrer

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.

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