Irradiar vida y amor a nuestro alrededor

Leemos en nuestra Juan 15:1-8

Hace pocas semanas que celebramos la Resurrección de Jesús. Momentos antes de su partida, Jesús relata esta parábola para preparar a sus discípulos. Ellos preguntan cómo será todo después de su muerte, tienen dudas. ¿Cómo podrán seguir, qué deberán hacer? ¿Quedarán desamparados? ¿Cuántas veces nosotros/as, como los discípulos estamos con ese tipo de inquietudes en nuestra vida? 

En este tiempo de pandemia, de incertidumbre, Jesús como lo hizo con sus discípulos, lo hace con nosotros/as hoy, promete no dejarnos solos/as, y enviarnos su Espíritu Santo. Jesús parece dar tranquilidad, calma, indicando cómo debemos actuar. La parábola para hoy es “Yo soy la vid verdadera” Jesús utiliza la imagen de la vid, muy conocida y utilizada en su contexto. A Dios lo compara con el labrador, que es quien cuidará la planta, sus brotes, quitará lo que esté seco o en mal estado, mientras que a las ramas que estén bien y dando frutos las podará, las limpiará para que entre luz, y así sus frutos sean cada vez mejores y más sabrosos.

 Jesús dice: “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada” ¡Qué palabras más reconfortantes para los discípulos y para nosotros/as hoy! Jesús permanece en mí, en ti, y nos invita a permanecer en Él. Se nos invita a permanecer unidos a Él en una relación tan estrecha como dependiente, así como lo hacen las ramas con la planta de vid, nutriéndose de sus raíces, de su sabia. Esa sabia es el Espíritu Santo, que nos da vigor y fuerzas para poder dar abundantes y sabrosos frutos, lo que significa crecer en la fe y obrar según su voluntad, irradiando vida y amor a nuestro alrededor. Si como creyentes, siempre actuáramos dependiendo de Jesús, nuestra vida y la de nuestra sociedad, sería muy diferente! Estemos atentos y dispuestos, confiemos en el trabajo del Padre-labrador- quien nos pule y nos quita lo feo de nuestros corazones, aunque a veces nos duela, pero esto es necesario para que no nos alejemos de Él, solo así seremos capaces de dar los mejores frutos, para su Gloria. Jesús no nos abandona, ¿Estamos dispuestas a aceptar su invitación, de permanecer unidos/as a Él? 

¡Que Dios, que nos ofreció a su único Hijo para nuestra salvación, nos guíe y no nos permita caer en la tentación de desprendernos de Jesús! Amén

Zully Rivoir Negrín

Comunidad Valdense de Tarariras, Uruguay

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.