REFLEXIONES – Edición agosto 2020

La esperanza de nido y pan

«El Reino de los cielos se puede comparar a un grano de mostaza […] El reino de los cielos se puede comparar a la levadura», así les hablaba Jesús a la gente que lo seguía y lo hacía por medio de parábolas.

Si leemos Mateo 13:31-33 vamos a encontrar que en ambos relatos hay una estructura similar, luego del comienzo sigue la acción del hombre que siembra la semilla en su campo y de la mujer que mezcla la levadura con la harina para que fermente. Aunque la primera parábola desarrolla un poco más la imagen diciendo que esa semilla de mostaza que es la más pequeña llegará a ser el árbol más grande donde podrán anidar los pájaros. Así es que por deducción podemos completar la descripción de la masa que duplicará su tamaño al levar.

Otra cuestión interesante para resaltar de estos versículos es que Jesús habla en parábolas (sobre las que aquí reflexionamos son parte de un bloque narrativo mayor), en donde usa esta forma de instruir que contiene un lenguaje e imágenes populares, con referencias al mundo cotidiano de las aldeas y de lxs campesinxs del contexto bíblico. Y a su vez, se incluye una provocación en esa identificación, ya que el ejemplo en la comparación del Reino de los cielos con la levadura, a los oídos de las personas judías era, al menos, algo incómodo. Para la tradición judía la Fiesta de los panes sin levadura había radicalizado la imagen negativa de la levadura. Así la imagen que Jesús utiliza en la parábola representa también la tensión que se podría vivir tanto dentro de la comunidad mateana (conformada mayormente por personas de tradición judía) como en varios ámbitos de la sociedad, sobre todo en los que se vinculaban con la Sinagoga.

La comunidad de Mateo nos da testimonio del anuncio del Reino de los cielos que oyeron de Jesús, nos transmiten aquellas palabras que describen la transformación liberadora del Evangelio. Lo que es pequeño se convierte en algo mucho más grande a través de manos que se comprometen en ese proceso. El Reino de los cielos da cobijo, sombra y reparo, también da alimento que se comparte entre muchas personas.

Hoy muchas comunidades y muchas personas siguen anunciando el Reino de Dios, soñando otro mundo posible, gestando otra humanidad. Se replica en los pequeños gestos de amor y solidaridad que se comparten para sobrellevar la vida diaria, también en aquellas acciones que hermanan y reparan el sufrimiento, en el encuentro y en las construcciones de tantos espacios que dignifican la vida de toda la creación. En diferentes lugares de nuestros países, imagino que alrededor de todo el mundo sucede así también, hay muchas luchas que se organizan para pedir justicia, para compartir el alimento, para sostenerse y para seguir tejiendo redes entre personas, comunidades, organizaciones barriales y sociales.

 

Planificar la esperanza en tiempos hostiles, en momentos de profunda necesidad e incertidumbres, de tensiones y conflictos, de esto también nos da testimonio la comunidad mateana en los evangelios y también lo hemos ido confirmando a lo largo de la historia.

 

Nos duele la realidad llena de injusticias, hambre, explotación ambiental, discriminación, racismo, desempleo, femicidios y transfemicidios, desapariciones forzosas de niñxs, adolescentes y jóvenes, exclusión y maltrato a adultxs mayores. Denunciamos todas estas cosas y nos organizamos para construir puentes, extender lazos con otrxs, acercarnos y sabernos parte de un mismo sentir, que estamos construyendo otra forma de vivir.

Lejos de ser triunfalista, la comparación del Reino de los cielos nos invita a comprometer nuestras manos en sembrar las pequeñas semillas y en procurar levadura para amasar nuestros panes. El Reino de los cielos se anticipa en la unión del mensaje liberador con el accionar, se saborea la esperanza que anuncia nido para los pájaros y muchos pancitos recién horneados para compartir y repartir.

 

Yanina Vigna

Equipo editor

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