Nuestros actos nos llevan a la vida o nos condenan a la muerte

Leemos en nuestra Biblia: Lucas 3:7-18

“Pórtense de tal modo que se vea que se han vuelto al Señor y no vayan a decir entre ustedes: ¡Nosotros somos hijos de Abraham!, porque les aseguro que incluso a estas piedras Dios puede convertirlas en descendientes de Abraham».

“Dios tiene hijos, pero no nietos”. La expresión me resultó novedosa aunque al tiempo supe que era casi un lugar común. No deja por eso de ser significativa. Somos libres y responsables por nuestros actos. Nos llevan a la vida o nos condenan a la muerte. Y son nuestros.

A la vida llamaba Juan a la multitud que se congregaba en la ribera del Jordán para recibir de él el bautismo; a la vida nueva que empezaba por una libre voluntad de cambio de rumbo. Empieza en la disposición de volver la mirada a Dios. No hay méritos heredados, ni contraseña de linaje o apellido. La vieja frase que en mis oídos sonaba nueva, lo sigue diciendo claro. El camino hacia la vida plena se hace con pasos propios. Bien clara y práctica es la respuesta de Juan a quiénes le preguntan: “¿qué debemos hacer?”. “Quien tenga dos trajes, dele uno al que no tiene; y el que tenga comida, compártala con el que no la tiene.”

Deja claro también que esa acción no constituye un mérito para exhibir frente a Dios, es en todo caso fruto que da cuenta de que a él esa vida ha girado su mirada. Esa “conversión” es la generadora de una vida distinta, nueva, en la cual los criterios y las prioridades aparecen transformados. El apóstol Pablo se lo dice a los romanos: “cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir” (Romanos 12:1)

Acurrucarse en oropeles ajenos es una tentación que no nos abandona. Alardear de la paternidad de Abraham era la de aquellos contemporáneos de Juan. Sentirnos los legítimos herederos de las mejores tradiciones es mucho más atemporal todavía; igualmente inválida y engañosa. El Señor puede hacer que broten “legítimos herederos” y “mejores tradiciones” de debajo de las piedras.

En la ribera del río que la vida nos encuentre el llamado es el de aquel Juan que sigue diciendo: “pórtense de tal modo que se vea que se han vuelto al Señor”. Buscar el Reino de Dios y su justicia es la vocación a la que hemos sido llamados, “lo demás vendrá por añadidura”.

Pastor Oscar Geymonat

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.

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