SEGUIR LA CARAVANA

Lee en tu Biblia: Lucas 2:41-52

Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? (Lc.2:48)

Cuentos, novelas, fábulas y mitos están plagados de historias en las que la palabra ‘buscar’ se encuentra al centro del relato.

En la épica griega, Telémaco deja la isla de Ítaca para hacer volver a su padre Odiseo, ausente por décadas. Busca a un padre con quien no creció, y en su viaje comienza a recolectar historias sobre él. En un libro para niños del uruguayo Francisco ‘Paco’ Espínola, Saltoncito es un sapo que vive con su madre Mángoa en una charca. Su padre ha desaparecido sin dejar huella, y el vecindario comenta muchas cosas. Pero él, con la misma valentía de Telémaco, deja la charca para buscar a quien ha perdido.

La Biblia también tiene historias de búsquedas, de madres y padres, hijos, amores, lugares, ovejas y monedas. Entre todas esas búsquedas, también está la de un Jesús casi adolescente, que se queda en el Templo de Jerusalén cuando toda su familia volvía a Galilea (Lc.2:41-52).

Luego de la fiesta de Pascua y en pleno regreso a casa, los padres de Jesús descubren que él no está en la caravana. Y empiezan a preguntar: ¿quién lo vio por última vez?, ¿qué llevaba puesto?, ¿les dijo a dónde iba? Tuvieron que desandar el camino para encontrarlo conversando con los doctores de la Ley.

Podemos imaginar e incluso traer de nuestra propia experiencia la sensación de angustia y de vacío que genera la ausencia de un ser querido. Todo eso, toda esa fuerza contenida es la que le brota a María del útero, del corazón y de los pulmones cuando encuentra a Jesús:

-Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? ¡Tu padre y yo te hemos buscado con angustia!

Allí aparece, quizá por vez primera, una tensión entre Jesús y su familia. Volvían a Nazaret para continuar con sus vidas, pero Jesús no siguió la caravana. Entonces viene la ausencia, la búsqueda, y un encuentro lleno de reprensiones.

A veces hay tensión entre lo que esperamos de alguien, y lo que esa persona puede descubrir por sí misma. No siempre hay una correspondencia entre las expectativas de unos y las cosas que cada quien lleva a cabo. Se esperaba de Jesús que volviera con toda la familia, pero él se queda unos días más. Es que Jesús no se había perdido, se estaba encontrando.

Que en este año nuevo podamos hacer un lugar para todas las personas que intentan, aunque sea por un momento en sus vidas, dejar de seguir la caravana. Que podamos también encontrarlas. Para que podamos verlas encontrándose a sí mismas, descubriendo vocaciones, formas de militancia, reivindicaciones y derechos postergados.

Para que también nosotros podamos dejar por un rato la caravana. Porque nadie se ha perdido si se está buscando.

Javier Pioli

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.

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