Un acto liberador

“Este es mi hijo querido, mi predilecto” Mateo 3:17

Con estas palabras de aceptación y amor incondicional bajadas del cielo concluye el bautismo de Jesús en el Jordán por parte de Juan el Bautista.

Todo comenzó de manera muy confusa: Jesús se dirige al Jordán para que Juan lo bautice y sin embargo éste rechaza hacerlo hasta que Jesús le dice: “haz lo que te digo pues de este modo conviene que realicemos la plena justicia”.

Jesús insiste porque al ser bautizado como una persona pecadora más en el Jordán, asume de manera solidaria los pecados y el sufrimiento humano. Este gesto anticipa su entrega de amor en favor de la humanidad, la cual hará posible que se cumpla la plena justicia de Dios que no es otra cosa que salvación gratuita para todas las personas sin distinción alguna.

Y es por esa obra de Cristo que también nosotros y nosotras podemos recibir como propias aquellas palabras bajadas del cielo que afirman nuestra condición de hijos e hijas de Dios.

En el sacramento bautismal, las iglesias evangélicas herederas de la reforma protestante celebramos la aceptación incondicional que nos reafirma que somos hijos e hijas de Dios. Afirmación que es una buena noticia en medio de una sociedad que multiplica las exigencias y reduce los márgenes de error para quienes aspiren a ser aceptados socialmente. Porque los efectos de semejante presión son esclavizantes y enfermizos. Por eso la aceptación incondicional ofrecida por Dios en Cristo Jesús y celebrada en el bautismo, constituye un acto liberador que nos permite reconocernos como aquello que somos: seres limitados, imperfectos y frágiles que podemos tener aciertos y al mismo tiempo cometer errores, aceptando que el valor de nuestras vidas reside y se sostiene en la aceptación gratuita de Dios. Es a partir de allí desde donde se edifica la dignidad de nuestra vida.

Estimada hermana, estimado hermano: Que la aceptación incondicional ofrecida por Dios en Cristo Jesús sea la fuente de tu dignidad y te libere de todas las presiones vacías de amor y misericordia. Que su Gracia te permita amar y servir. Que así sea. Amén.

Leonardo Schindler

Pastor presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.