Un hombre rico habla con Jesús

Leemos en nuestras Biblias: San Marcos 10: 17-31

¿Y quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les contestó:
—Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible.

La narración de Marcos nos presenta a un hombre muy preocupado que acude a Jesús. Llega corriendo hacia él y se arrodilla para hacerle una pregunta: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”

Jesús responde proponiéndole que cumpla con los mandamientos referidos a las relaciones interpersonales, pero el hombre contesta inmediatamente.
Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven, dice, alegando que se siente insatisfecho; cree que la vida eterna tiene un precio mayor al que él ya está pagando.
Una cosa te falta, le dice Jesús, anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme.
Ante esta respuesta, el hombre se aleja con tristeza; el motivo fue “porque era muy rico”.

Muy probablemente el interrogante que le quitaba el sueño a este muchacho también ha aparecido con frecuencia en la mente de cada una y uno de nosotros. Así como para el judaísmo de aquel tiempo la vida eterna era el pago o retribución por haber cumplido cabalmente la ley de Dios, aún en nuestros días está presente la noción de búsqueda de la vida eterna, como si existiese un regalo que debamos recibir por hacer el bien.
También sigue en pie la idea de tener que renunciar a ciertas cosas para obtener la salvación, y no es así necesariamente.

El énfasis en esta historia no está puesto en lo que nosotras y nosotros podemos hacer para ser salvos, pues eso no depende de nuestras obras; lo que Jesús plantea es la renuncia a la confianza que ponemos en la efímera protección que dan las posesiones y la invitación a depositar la confianza en Él.


La salvación es pura gracia y sólo Dios puede dárnosla. No es algo que se obtenga por medio de acciones externas prescritas por la ley, sino mediante actos de fe.


El diálogo de Jesús es una invitación extendida a todas y todos, que incluye una promesa para el presente y el porvenir. Un acto de amor y liberación que lejos está de la intención de suponernos una carga.


Las sociedades de hoy nos venden una falsa “felicidad” y nos aprisionan en una vorágine de angustiosa necesidad de consumo. El llamado de Jesús nos trae calma y seguridad.


Dejar atrás aquello a lo que nos hemos acostumbrado es difícil; sin embargo, todo cobra sentido con la salvación, donde descubrimos la verdadera libertad y dejamos atrás las ataduras de lo material.

Florencia Arias

Comunidad Valdense de Colonia Belgrano, Argentina

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.