Cómo viene aquel que está siempre presente

«Bueno, ya llegará», escuchamos decir en ese momento en que se mira la hora y la persona esperada se demora; «va a venir», vas a ver… Prometió que venía y lo hará… hay que confiar… tener esperanzas. Me imagino una charla así entre esas personas protagonistas de los relatos evangélicos, y en este caso, a Marcos escribiendo estas palabras que han traído tanto escozor y complicaciones a lectores e investigadores. ¿Alguien sabe, alguien puede interpretar las señales correctamente? (Algunos se han creído que sí, y han sucedido desastres dolorosos).

Aquellas personas primeras «del camino» algo habían entendido y decían «ven, Señor», y también «se espera a un ausente… algo que no vemos» (Pablo). Pero también, como habían oído a Jesús diciendo «yo estoy con ustedes…», algunas pensaban y sentían que Él estaba ahí, en Espíritu, junto a ellos en el camino.

Entonces me pregunto, ¿en qué quedamos ahora? ¿Está de alguna manera presente o hay que esperarle velando, vigilando… «como el centinela en la madrugada»? Parece al menos contradictorio. Nuestro hermano Bonhoeffer decía: «Nadie posee a Dios de tal manera que no necesite esperarlo más». Me gusta esta orientación porque ayuda a ver que no podemos poseer ni controlar a Jesús, y menos a Dios, por más dinero o inteligencia artificial que tengamos. Vendrá y será un tiempo distinto. Mientras tanto, se nos invita a vivir confiados en su Palabra (que siempre estará).

Humanamente, queremos tener, dominar, pero su propuesta fue en otro sentido: compartir, cuidar, amar. Si solo acumulamos y nos «acomodamos» al mundo, nos «dormimos» y se nos hace pesado el caminar; tenemos que estar livianos, en disponibilidad de movimiento para poder velar.

Con el poeta decimos: “yo amo a Jesús que nos dijo: cielo y tierra pasarán. Cuando cielo y tierra pasen mi palabra quedará. ¿cuál fue, Jesús, tu palabra? ¿Amor? ¿Perdón? ¿Caridad? Todas tus palabras fueron una palabra: velad”. (Antonio Machado)

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.