Contrastes

Leemos en nuestras Biblias: Lucas 12:13-21

Sabemos de personas, las exitosas, que han conseguido fortunas a través de distintas maneras, o circunstancias -deportes, política, negocios, familia, títulos. Gozan de respeto, prestigio, autoridad, y a menudo son admiradas por otras personas, las anónimas, que verían cubiertas sus necesidades con un mínimo porcentaje del dinero o bienes que aquéllas poseen. 

El texto bíblico que hoy nos ocupa habla de riquezas, avaricia, posesión, muerte como contraste de la vida. Está representado en un lugar donde había gente reunida, «miles y miles» dice un versículo anterior (1). Entre tantas, seguramente había exitosas y anónimas, y en ese contexto, uno del montón pide a Jesús que interceda ante su hermano para repartir su herencia, un hecho común en la Palestina de aquel tiempo de recurrir a los maestros para que resuelvan un problema. Jesús rechaza el pedido, en cambio se dirige a la multitud aprovechando la circunstancia para enseñar sobre el Reino: «Cuídense de la avaricia porque la vida no depende del poseer cosas”, e ilustra esto con la parábola de un hombre rico que a consecuencia de su abundante cosecha quiere voltear las instalaciones que tiene para construir otras con más capacidad, para almacenarla y disfrutarla. No estaría mal si no fuera porque lo hará para gozar lo que tiene solo, completamente solo. No le importa la vida de nadie más, ni de quienes trabajaban o trabajarían para él, ni en la cantidad de mendigos que había alrededor, ni siquiera habla de familia.

Lo condenable es el mal uso de las riquezas, y podemos ver los contrastes que hemos instalado en nuestras vidas: avaricia, acumulación, egoísmo, injusticia hablan de muerte, miseria, necesidad, pobreza ante Dios, mientras que la generosidad, reparto, justicia hablan de  VIDA. El rico así como (muchos-muchas) quiere (queremos) asegurar el presente y futuro sin ver la urgencia de quienes le (nos) rodean, sin considerar su bienestar, salud, felicidad, dignidad.

Dice un conocido refrán: “Cuando tengas más de lo que necesitas, construye una mesa más larga no un muro más alto”. Es eso lo que enseña Jesús, una mesa más larga es un pedazo del Reino.

Somos invitadas/os a abrirnos a la vida compartiendo lo que tenemos, lo que sabemos, lo que somos. Ocupar uno u otro lugar, dar o recibir, que en definitiva es complemento, no contraste: “Pues sé que cuando doy es entonces que recibo…” Canción “La Oración”.

Febe Barolín

La Paz, Entre Ríos

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.