CREER O REVENTAR

Lee en tu Biblia: Marcos 6:1-13

¿En qué milagros creemos? ¿Qué milagros buscamos? ¿Cómo actúa la fe?

Estas pueden ser algunas de las cuestiones que nos planteamos al leer sobre los milagros que hizo Jesús en su ministerio, sanando leprosas/os, paralíticas/os, ciegas/os, “endemoniadas/os”, entre otros tales como caminar sobre el agua, transformarla en vino o dar de comer a una multitud con solo cinco panes y dos pescados.

¿Sentimos desconfianza? Desde una mirada crítica, cuestionadora, quizá nos cuesta creer en estos acontecimientos, tal como nos los cuenta la Biblia. El propio Jesús fue cuestionado en su época, no solo por las autoridades, sino que también por la gente que habitaba Nazaret, su tierra, incluso por su propia familia. Aquel reconocido y buscado por multitudes de otros pueblos, era el simple hijo de un carpintero… De ahí surge el dicho: “Nadie es profeta en su propia tierra”. Y allí donde nadie le creyó, no hubo milagros.

¿Por qué unas/os fueron sanadas/os y otras/os no? El milagro se producía cuando sus obras y enseñanzas eran recibidas con fe. Si nos ponemos a pensar en nuestra vida cotidiana, ¿cuántas veces, cegadas/os por el prejuicio y la desconfianza, nos hemos negado a lo que otra/o tenía para enseñarnos? ¿Cuántas veces nos ha ganado el orgullo y hemos dejado de escuchar lo que otra/o deseaba compartir con nosotras/os? ¿Cuántas veces dejamos de creer en las/os demás, aferrándonos tercamente a nuestras propias convicciones?

Quizá el milagro se produce justamente cuando no lo buscamos; cuando simplemente comenzamos a creer… Cuando Jesús envió a sus discípulos a transmitir su mensaje por las aldeas cercanas, les ordenó que no llevaran más que la ropa que tenían puesta. Con ello puso a prueba su fe; fe en que no les iba a faltar nada, allí donde fueran recibidos y escuchados.

Quizá el milagro está en aquello que nos mueve, que nos inquieta, que nos transforma. En aquello que otras/os pueden generar cuando permitimos que compartan sus enseñanzas, sus inquietudes, sus perspectivas, en definitiva, su vida, con nosotras/os… cuando dejamos que lo que nos regalan con amor, forme parte nuestra. Quizá sin saberlo, estamos siendo bendecidas/os.

Cuando recibimos, cuando escuchamos, cuando aprendemos, nos transformamos. Cuando creemos, se da el milagro. Así lo ha transmitido Jesús a través de sus enseñanzas y así siempre ha sanado a quienes buscaban ser sanadas/os; así siempre ha salvado a quienes deseaban entrar en su Reino.
Que así sea.

Sofía Ribeiro

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.