DECLARACIÓN SOBRE VENEZUELA DE LA ALIANZA DE IGLESIAS PRESBITERIANAS Y REFORMADAS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE Y DE LA COMUNIÓN DE IGLESIAS REFORMADAS

La Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América latina (AIPRAL) y la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR), desde hace mucho tiempo han estado atentas y acompañando la difícil situación de Venezuela con varias visitas pastorales y acciones solidarias. La realidad de Venezuela es compleja y exige un abordaje que evite miradas simplistas y slogans fáciles. Esto lejos de ser una solución real para el pueblo de Venezuela, enrarece aún más la situación.

En tal sentido y desde nuestro humilde lugar llamamos a todas las partes involucradas tanto en el país como en el exterior a evitar posicionamientos rígidos que lleven la ya difícil situación social, económica y política de Venezuela a una escalada de violencia sin punto de retorno.

Llamamos también a un proceso de diálogo sincero, inclusivo y basado en el derecho internacional que tenga como prioridad la solución pacífica y justa para el pueblo venezolano. Es tarea de todas las partes y especialmente de las naciones hermanas apoyar y facilitar ese diálogo antes que hacer de Venezuela parte de un ajedrez geopolítico.

Desde nuestra fe cristiana estamos llamados a la paz:

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” (Mateo 5:9)

Además estamos convencidos que el diálogo basado en la paz, la justicia y el amor al prójimo son las únicas bases posibles sobre las cuales se pueden superar los conflictos y construir alternativas duraderas para el bien común. La negociación de una situación compleja exige y amerita perseverancia y una voluntad irrenunciable en busca de acuerdos y consensos.

Nos comprometemos a colaborar en todo lo que esté a nuestro alcance para favorecer espacios de diálogos y construcción de paz.

“…El fruto de justicia se siembra en paz para baquellos que hacen la paz.” (Santiago 3:8)

Nos comprometemos a seguir orando por Venezuela y todo su pueblo en la certeza que Dios con su Espíritu Santo nos acompaña en gestar tiempos de paz.

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