Dos shocks

Leemos en nuestra Biblia: Lucas 24:36b-48


¿Ya sufriste un shock emocional muy fuerte? Aquel grupo de personas que seguían a Jesús fue golpeado en el transcurso de muy pocos días no por uno, sino por dos choques seguidos. Habían apostado a Jesús. Escucharon su convocatoria, dejaron todo y marcharon con él, aprendieron de él durante algunos años y esperaban que él instaurara el reino de Dios como muchas personas se lo imaginaban: expulsión de los romanos de la tierra de Israel y restauración de un reinado propio con poder y gloria como el que había desplegado David un milenio atrás. Pero en lugar de tomar el poder, Jesús fue tomado preso, interrogado por el poder religioso local y por el representate del imperio romano, condenado y aniquilado mediante el castigo más cruel que existía en la época: la crucifixión. Se terminó la esperanza en un mesías poderoso, finalizó el sueño en un reino glorioso. La pesada oscuridad de la desilusión aplastó a quienes habían puesto tantas esperanzas en Jesús. No les quedó otra que dispersarse, huir, ocultarse, sufrir el golpe. Cuánta frustración, cuánto enojo y cuánta desilusión.


Entonces llegó el segundo shock, totalmente inesperado, aunque Jesús ya les había hablado de esto, pero ellos no lo habían comprendido. Jesús de Nazaret, el Crucificado, resucitó. En la confusión del momento, algunos sentían que quizás después de todo había aún alguna esperanza en la restauración del añorado reino de David. Pero el Resucitado tenía otro proyecto, totalmente diferente: Que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones. Que se formase una comunidad de personas nuevas ya no centrada en un reino, una nación, un pueblo solo. Una comunidad humana mundial de personas de todas las naciones. Una gigantesca familia guiada por Dios.

Jesús se tomó el tiempo para explicarles la diferencia entre algo inmediato, como lo podría ser un mesías nacional, y algo a muy largo alcance y de proyección universal y eterna, que requiere un cambio profundo de las personas y no solo un programa temporal. Demanda arrepentimiento y perdón de pecados, pues lo nuevo debía empezar sobre bases nuevas. Para aclarar su plan, les hizo comprender las Escrituras que hablan de Cruz y Resurrección, del paso necesario por el Gólgota para llegar al Domingo de Pascua.

Sigue siendo la misión de la iglesia anunciar este proyecto de Jesús de un cambio profundo con arrepentimiento y perdón de pecados como bases para una vida nueva y eterna. ¿Quieres comprometerte a participar en esta misión?

René Krüger

Pastor y Profesor jubilado, Iglesia Evangélica del Río de la Plata

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.