Apuntes de la directora – Página Valdense - Edición octubre 2020

Lugares de encuentro

En esta edición vamos a trabajar sobre justicia, a partir de la Confesión de Accra. Este documento fue adoptado por lxs delegadxs de la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas, en el año 2004. La introducción de uno de los documentos disponibles en línea que contiene la confesión[1], dice: «basada en la convicción teológica de que las injusticias económicas y ambientales de la economía global actual requieren que la familia reformada responda a ellas como un asunto de fe en el evangelio de Jesucristo. La Confesión de Accra hace un llamado a los cristianos reformados de todo el mundo a enfrentar las injusticias en el mundo como parte integral del testimonio y misión de sus iglesias».

Teniendo esto presente, con el equipo editor decidimos establecer tres ejes -siguiendo la estructura de este documento- que nos permita organizar el contenido. El primero tiene que ver con la lectura de los signos de los tiempos, la confesión de fe frente a injusticias sociales y ambientales y, por último, alianzas por la justicia. Estas tres líneas nos permitieron también establecer un recorrido en la lectura que es interesante para pensarnos como comunidades de fe. Si bien, este documento tiene más de una década -como lo expresa Sergio Bertinat en la página siguiente-; aún tiene una vigencia e importancia trascendental.

En este sentido, y debido a la distancia temporal de la publicación del documento, creo que es necesario hacer interactuar este texto con nuestras realidades. Sería ingenuo pensar que todos los aspectos de la Confesión de Accra continúan teniendo plena vigencia si mirábamos todo lo que aconteció en los últimos dieciséis años: los cambios políticos y sociales, la eclosión del feminismo, el incremento de las desigualdades y con esto el aumento de los índices de pobreza -y bien sabemos que detrás de esas cifras hay personas- y un gran etcétera. Debo confesar que cada vez que me encuentro con el desafío de ‘mirar la realidad’, tengo miedo de perder de vista que ‘la’ realidad no significa ‘mi’ realidad; que el lugar desde donde yo miro, observo y pienso críticamente sobre lo que acontece en nuestras sociedades, es sólo mío, es único y, claro, lo hago desde una silla medianamente cómoda, desde el resguardo de una casa donde no tengo que pagar alquiler y también es un lugar seguro, sin pasar hambre ni tener que preocuparme en demasía sobre cómo llegar a fin de mes, con una familia y amigxs que me acompañan… Creo que reconocer todo esto -y seguramente me faltan algunas cositas más- es necesario para poner en práctica la empatía, y comprender que la realidad es algo mucho más grande y complejo que aquello que me pasa a mí o a mis conocidxs.

Pero, ¿para qué ‘mirar la realidad’? ¿qué tiene que ver conmigo, con nosotrxs? El extracto del documento que compartí antes nos da la clave: como cristianxs tenemos un compromiso con la justicia, y muchas veces esto significa denunciar la falta de ella. Seguimos teniendo ese desafío a diario: reflejar con nuestro testimonio, con lo que decimos y hacemos, que tenemos fe en un mundo mejor, que trabajamos en su construcción y tenemos esperanza porque disfrutamos de cada muestra o ‘bocadito del Reino’ que encontramos aquí y ahora.

Claro que colaborar en la construcción del proyecto de vida buena y abundante, de vida digna, que nos propone Jesús -diría, hasta insistentemente- no es sencillo, no es fácil ni rápido; sobre todo en una sociedad fragmentada como la nuestra, donde hay quienes disfrutan cada vez que un discurso -disfrazado de objetividad, cargado de datos masticados y con conclusiones tendenciosas- se cuela en nuestra cotidianidad, en nuestras conversaciones de sobremesa, en los comentarios del kiosquero… estableciéndose como verdad absoluta, sin dejar un lugar a la sospecha, al encuentro con quien piensa diferente. Sí, es difícil, pero también hay señales de esperanza… hay puntos en común, hay lugares de encuentro… quizás sea cuestión de potenciarlos, resignificarlos…

Que Dios nos siga dando paciencia, empatía y mucho amor para construir un mundo más justo, más equitativo y con más oportunidades para todxs, que también nos continúe dando señales de esperanza para manejar la frustración en el proceso, y que nos ayude a encontrar esos lugares de encuentro, a generar alianzas, tejer redes y tender puentes.

Daiana Genre Bert

[1]Documento disponible en: http://wcrc.ch/wp-content/uploads/2015/05/AccraConfession-Introduction-Spanish.pdf

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