¿Multiplicas tus bendiciones?

Esta declaración de Mateo 25, versículo 29, fue pronunciada por Jesús en el contexto de una parábola. Un hombre encomienda a sus empleados el cuidado de su dinero, dándoles a cada uno cantidades diferentes de talentos.

Al regresar, les pide cuentas sobre lo que hicieron con lo que se les confió. A aquel que recibió más, logró prosperar y multiplicar el dinero, y le devuelve el doble al empresario. Su trabajo no quedó limitado a sí mismo. En cambio, aquel a quien se le confió poco, lo guardó sin incrementarlo y se lo devolvió.

La reacción del empresario fue premiar a quienes trabajaron sus talentos y dones dándoles más responsabilidades, mientras que al que no trabajó se lo quita y se lo da al que tenía más.

Este relato nos enseña la importancia de ejercitar y trabajar los dones que hemos recibido. Al multiplicar nuestros saberes, podemos compartirlos con los demás. Por ejemplo, si sabemos un idioma, debemos practicarlo para mejorar. Si no lo usamos, corremos el riesgo de perderlo. Así como un músculo que no se ejercita se debilita, nuestros dones se atrofian si no los utilizamos.

La única manera de conservar los dones que Dios nos ha dado es usándolos al servicio de los demás. En nuestro barrio y comunidad, hay quienes necesitan nuestras habilidades. No debemos encerrar nuestros dones.

¡Que Dios nos ayude y guíe para desarrollarlos con la ayuda del Espíritu Santo! Amén.

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.