TENGAN SAL

Lee en tu Biblia: San Marcos 9: 38-50.

Este texto nos interpela hoy y en todos los tiempos. Nos desafía y nos lleva a reflexionar sobre nuestras miserias: los celos, la exclusividad, la necesidad de aprobación, el individualismo, el sectarismo, la crítica, el poder ejercido sobre las y los demás.

Es evidente que los discípulos no reconocían a nadie que no perteneciera a “su propio grupo” aunque estuviera ejecutando una buena acción en nombre de Jesús. Claramente porque hacía algo que ellos no habían logrado hacer ¿Hay similitud con lo que sucede en nuestras comunidades, o en los espacios en los que participamos? ¿Criticamos a otros por lo que nosotros no podemos conseguir? Quizás… Y ello es lo que nos genera impotencia, nos vuelve irritables y agresivos. Cuando en realidad lo que se nos está pidiendo es que nos alegremos en las diferencias, compartamos experiencias y aprendamos de y con ellos y ellas.

Mientras nosotros y nosotras gastamos energías en cuestiones que no construyen, e insistimos en permanecer en “nuestro propio grupo”, Jesús valora profundamente los gestos más pequeños, más imperceptibles. Es lamentable como cada una, cada uno nos creemos dueños y dueñas de la verdad; y en función de esa verdad absoluta agredimos y maltratamos. Somos cada día más intolerantes y como consecuencia menos inclusivos.

Como cristianas y cristianos tenemos la misión de actuar y vivir con coherencia, responsablemente; permanecer al servicio de nuestras hermanas y hermanos que se encuentran en estado de vulnerabilidad, proclamar justicia, escuchar, sostener, acompañar. Y Jesús en el texto expresa con claridad cómo lograrlo: efectuando un trabajo personal muy profundo que nos permita descubrir qué es lo que debemos trabajar en nuestro interior para actuar como él nos lo enseñó. Nos pide que nos despojemos de nuestras miserias, que estemos atentos y atentas, que identifiquemos a quién servir, que incluyamos a las y los que no piensan o sienten como nosotros o bien eligen vivir de una manera diferente. En tiempos de tanta intolerancia y violencia Jesús nos pide “tengan sal”, despierten, búsquense, encuentren su esencia y despójense de lo que no les sirve, caminen con firmeza y decisión, sean solidarias y solidarios, compartan la tarea con las y los diferentes, actúen con resiliencia, para incluir y ser incluidos, construyan. Jesús no admite el espíritu sectario, ¿por qué nosotras y nosotros sí?

“Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros”. Quiera Dios que así sea.

Lilian Rostán
Comunidad Valdense de Laprida, Buenos Aires, Argentina.

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.