Sanar el orgullo y cultivar la humildad

Leemos en nuestra Biblia: Mateo 23:1-12

Una vez más Jesús enfrenta a los fariseos y maestros de la ley, llama la atención que en un primer momento Jesús dice que los maestros de la ley son los encargados de interpretar la ley de Moisés y ordena a sus discípulos que los obedezcan y que hagan todo lo que ellos les mandan. Pero no hagan lo que ellos hacen, porque dicen una cosa y hacen otra, allí está el refrán: “haz lo que yo digo pero no lo que hago”.

Ya la ley era tan rigurosa que se hacía imposible de cumplir, sobre todo para los más humildes del pueblo. Y los fariseos tampoco la cumplían, ataban cargas tan pesadas sobre los hombres de los demás y ellos no querían tocarlas ni siquiera con un dedo.

Jesús describe que ellos hacen todo para aparentar, les gusta llevar en la frente y en los brazos porciones de las escrituras escritas en anchas tiras de cuero (las filacterias), que al principio era cuatro citas (Éxodo 13:1-10, Éxodo 13:11-16, Deuteronomio 6:4-9 y Deuteronomio 11:13-21). Pero parece que para hacer más ostentación le agregaban otras citas de menor importancia para que sean más anchas, les gustaba ocupar los mejores lugares en las comidas y los primeros asientos en las sinagogas, querían que la gente los salude con respeto y los llame maestros.

Aquí tenemos el contraste, Jesús nos enseña todo lo contrario, no somos maestros, somos hermanos, y tenemos un solo Maestro. No debemos pretender ser jefes, nuestro jefe es Cristo. Y aquí está lo más difícil, dijo Jesús: “el más importante entre ustedes debe servir a los demás”.

“El que a si mismo se engrandece será humillado y el que se humilla será engrandecido”.

Pidámosle a nuestro Jefe y Maestro que nos dé fuerzas y humildad para trabajar con empeño y voluntad por su causa.

Horacio Godoy

Comunidad Valdense de El Sombrerito, prov. de Santa Fe, Argentina.

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.